Quieres llegar a un lugar determinado. A un punto concreto.
Sabes que otros ya han llegado.
Crees saber por dónde han ido, pero tú no conoces el camino.
¿QUÉ HARÍAS PARA LLEGAR A DONDE QUIERES?
Cuando se organizan esas expediciones de montañeros que salen en la tele, para subir a alguna cumbre de los ochomiles, van un montón de personas.
Unos son deportistas experimentados que tienen un aguante extremo. Otros son los guías. Otros hacen labores de apoyo logístico. Otros llevan cámaras para dar fe del camino.
Todos han estudiado la ruta. Todos han aportado sus conocimientos sobre el terreno.
Cada uno pone lo mejor de sí para ayudar al equipo y llegar.
Todos son muy conscientes de que es difícil.
Y cuando uno está en apuros, el equipo se vuelca en ayudar porque sin él, será más difícil llegar al punto de destino. Y luego volver…
Una de las cosas que tiene de bueno llevar tantos años haciendo casas para los demás es que tienes la información suficiente para poder abstraerte de situaciones particulares y esbozar un esquema general del camino que se recorre siempre-siempre-siempre y en todos los casos.
Y hoy te voy a hablar de eso.
Porque en cada etapa, vas a ir experimentando nuevas sensaciones que, cuando son positivas no tienes más que relajarte y disfrutar los subidones, pero cuando son negativas, tienes que saber canalizarlas para no romper la baraja o para no hacer nada que te pueda perjudicar.
EL PRIMER PUERTO DE MONTAÑA, ES LLEVADERO
Por ejemplo, te puedo decir que cuando vienes a preguntar la primera vez para obtener información sobre tu casa, siempre te muestras CAUTO Y PRECAVIDO.
Te doy la información que buscas y con la misma te quedas CONTENTO.
Hace aparición la ILUSIÓN.
La ilusión te hace falta en esta fase en la que vas a tener que trabajar con tus arquitectos, porque les tienes que decir qué casa quieres, tienen que conocerte en el ahora y hablar contigo para ver cómo quieres ser con tu vida en un futuro (cuando vivas en tu casa).
En esta etapa te ríes, estás muy receptivo a nuevas propuestas y a nuevas opciones.
Cuando estás en este estado, es muy necesario que tengas a alguien que te avisa si ve que te metes en profundidades de las que no se puede salir.
Y puede ocurrir que escuches sus recomendaciones y hagas caso de ellas o no.
Eso depende básicamente del grado de «colocón» que tengas encima.
Cuando yo me veo en semejante brete, prefiero que «no estés muy puesto» porque sino, ya te puedo decir misa que tú irás allá donde te parezca…y luego pedirás ayuda cuando te des cuenta de dónde te has metido.
Cuando tengas el proyecto acabado, tendrás un subidón y ALIVIO. Ya lo tienes!.
Ahora lo vas a sacar a la calle.
Y a partir de aquí vienen los bajones.
Uno te entrará cuando tengas que pagar el proyecto.
Sí ya sé que ya sabías lo que te iba a costar.
Pero una cosa es saberlo, teniendo el dinero en tu cuenta, y otra muy distinta es sacar el dinero de tu cuenta y ver que los números te han empezado a bajar…
EL SEGUNDO PUERTO DE MONTAÑA, EMPIEZA A TIRAR
El siguiente bajón te va a entrar cuando no consigas la licencia municipal a la primera.
Porque puede ser que te den la licencia en un mes, o puede pasar que te tarden tres meses en contestar diciendo que tienes que cambiar cosas en tu proyecto inicial.
Ahí te empezarás a venir abajo porque joer, con lo que te gustaba la casa!. Y ahora tener que cambiarla!.
Incluso si no estabas convencido con el equipo de arquitectos escogido, te asaltarán las dudas de “si hubiese ido a aquel otro estudio, esto no me habría pasado…”.
Nada de esto te conviene.
Lo que debes hacer es remontarte al estado inicial de PRECAUCIÓN, y aparcar la ILUSIÓN a un lado.
No te machaques. No dejes de dormir. No te cabrees. Has empezado a caminar y empiezas a tropezar con las primeras piedras. No es más que eso.
Van a seguir los bajones cuando a los tres meses, el ayuntamiento te vuelva a pedir más documentación.
Y seguirás de bajón, que pasará a cabreo, cuando se vaya presentando la documentación y pasen otros tres meses y te vuelvan a pedir más cosas. El bajón pasará a CABREO.
Una de las peores cosas que puedes hacer es ir al ayuntamiento, y cabrearte allí. Aunque tú pienses que así resolverás algo. NO. No resolverás nada.
Allí no te llevarán la contraria, pero puedes oír que “la casa no está bien planteada”, o también “es que así no se hacen las cosas”, o versiones similares. Contestaciones con las que no contabas y que dejarán en “fuera de juego” y todavía más desorientado de lo que ya estabas.
No vayas allí a cabrearte. Eso no favorecerá tu proyecto.
Nada de eso te ayudará a resolver lo que tienes entre manos. Si tus arquitectos te dicen que te tienen que conceder la licencia, no te preocupes más. Te la concederán. Seguro.
No te desesperes. Cada ayuntamiento tiene sus pautas y sus ritmos. Que no tienen por qué ser los mismos para cada solicitud.
No te desesperes y habla con tus arquitectos, para adaptarte a las nuevas situaciones a las que te verás sometido. Tú y tu Casa.
Hasta que te concedan la licencia esto es lo que hay.
Y cuando te la concedan sentirás ALIVIO y nuevamente otro bajón porque tendrás que pagar otro pico bueno.
Haz.
No pienses.
Sigue adelante.
LLEGA EL TERCER PUERTO DE MONTAÑA…Y EMPIEZAS A IR CANSADO…
Lo siguiente es pedir presupuestos a varios constructores. Y nuevamente tengo que decirte que aquí no encontrarás motivos de alegrías.
Si has hecho tu trabajo previo y has trasladado tu planteamiento a tu equipo de arquitectos para que lo recojan en el proyecto, entonces el batacazo siguiente estará amortiguado. O reducido totalmente.
Lo más frecuente suele ser que no te hayas hecho inicialmente un planteamiento económico adecuado. Y que además, haya cositas que pulir en el proyecto.
Y todo ese trabajo habrá que rehacerlo, ajustando lo que quieres hacer a lo que te puedes permitir (una vez que has visto lo que te cobran los constructores).
En este momento lo vas a pasar muy mal. Pensarás que se te va de las manos.
Estarás DESMOTIVADO. Pensarás comprarte un piso (si no fuese por el dinero que ya has gastado…).
No desfallezcas. Sigue. No pienses. Estás subiendo el segundo puerto de montaña.
Sube. No mires atrás. Saca lo mejor de Ti. Supérate. Esfuérzate por llegar. Tira de equipo. No cargues contra tus sherpas. No te quejes.
No pienses que el trabajo está mal hecho. Otros con peores circunstancias ya han pasado por donde tú, y llegaron a meta.
No pienses. Si puedes tira. Si no puedes, pasa el relevo. Pero sigue adelante. No te pares. No.
Trabaja con tus arquitectos en los ajustes. Y sí, digo que trabajes con ellos porque serás tú el que tendrá que indicar en dónde estás dispuesto a ajustar.
Ellos sabrán cómo hacerlo. Pero tú tendrás que ayudarles indicando por dónde estás dispuesto a que metan la tijera. Porque se trata de tu casa (no la de ellos).
En este momento llegarás a pensar que por lo que has pagado por el proyecto, no tienes por qué pasar por lo que estás pasando.
Pensarás que si el proyecto estuviese bien hecho, los presupuestos de los constructores no estarían tan desfasados y tú no tendrías que reajustar nada.
No pienses así. Eso no te ayuda a conseguir tu Casa.
Eso es poner minas antipersonales en tu camino.
La comunicación con las personas no suele ser perfecta (los arquitectos son personas, no lo olvides).
Se trata de seguir insistiendo (desde otros puntos de vista), para llegar a conseguir uno de los objetivos decisivos que es conseguir encajar la casa en un presupuesto que tú puedas asumir.
Si quieres hacerlo tú sólo entonces hazlo. Pero la ayuda de profesionales, si la tienes, no te vendría nada mal.
Ojo, no es responsabilidad de los arquitectos conseguir que tu casa se ajuste a un presupuesto determinado eh?. Te ayudaría tenerlo en cuenta.
Sí, ya sé que has pagado un pastón por el proyecto. Pero no olvides en concepto de qué has pagado. Porque si no has pagado por “ese cariño” que necesitas, no es normal que lo exijas. Otra cosa es que te lo quieran regalar. Y que tú lo aceptes.
Cuando hayas conseguido superar esta etapa desoladora, otra vez el ALIVIO.
Ya habrás sabido cómo te conviene contratar y gestionar la obra, y después del alivio, otra vez la ILUSIÓN. Y otra etapa nueva en el camino.
Aunque de esto hablaremos otro día. Que ya está bien de momento.
Porque ¿no estás cansado? ¿Cómo te encuentras en este momento?
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